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El otro día Á me sorprendió. Se expuso, se abrió de una forma de la que yo no sé si me atrevería. Fue valiente. La valentía que, a mi, me suele frenar. A ella, la activa. Yo suelo ser más calmado, dudar, medir mis pasos. Ella suele pedir perdón.
Solemos decir que somos tan parecidos en algunos temas como diferentes. Creo que es ahí donde radica la clave. Es el juego donde se crean las mejores relaciones, donde cada paso tambalea el tablero pero también lo sostiene. No es buscar el equilibrio, es caer y levantarnos juntos. Y en ese juego ser valiente y calmado da ventaja. O eso creo.