Elegir un nombre nunca es sencillo. Hace dos años adoptamos a nuestra perra, se la encontraron abandonada en un bosque al norte de Portugal. Y por vaivenes acabó en Granada. En nuestra casa. Recuerdo el primer momento que la vimos. Se nos quedó marcado a Á y a mi como una de las mejores fotografías de nuestra vida. Amor a primera vista. Adoptar es una de las experiencias más enriquecedoras que he podido hacer.

Decidimos llamarla Cora porque teníamos la sospecha de que iba a ser todo corazón, se confirmó a los pocos días. También porque por aquel entonces escuchábamos mucho a Kora. Ahora me encanta pensar que su nombre está unido a unos días de nuestras vidas, a ciertas canciones, olores y momentos vitales que nos unieron.

Hace una semana, Kora sacó una nueva canción llamada ¿qué ha pasado?. Y he vuelto a pensar en aquellos días. Han pasado muchas cosas.

Hace justo un año, el 5 de julio de 2023, se publicó un artículo de Leila Guerriero en ElPaís hablando de la relación con su padre y de cómo el hecho de sentarse juntos a leer era uno de los momentos favoritos entre ellos.

He vuelto a él estos días, buscando respuestas que no tengo. Imaginando recuerdos que todavía no consigo dibujar. Sigo releyéndolo con pausa cada poco tiempo. Se titula «Leer de a dos». Y en él encuentro todo lo que quiero ser.

Me mira vivir.

Una de mis tradiciones favoritas en estos días es pensar los libros que voy a leer en estas semanas. Hacer esa lista requiere de tiempo y cariño. Pero no sabéis como disfruto encontrarme con esos pensamientos. Una lista corta, no más de cuatro o cinco libros, quizás seis. ¿Serán los justos? No quiero ser demasiado optimista con el tiempo. Siempre suelo pasarme. No elijo aquellos que sean muy pesados. Prefiero que sean cortos, manejables. Por lo de llevarlos conmigo siempre. ¿Algo de Josep María Esquirol? Seguro. ¿La última novela de Milena? ¿O releer «También esto pasará»? ¿Alguna novela gráfica? Apetece mucho. ¿Algún ensayo? Algún librito de Anagrama caerá. ¿Poesía? ¿Me compré el último de Miqui Otero? ¿Alguna recomendación que me han dicho? ¿O esa editorial nueva de la que todos hablan? ¡Seis son siempre muy pocos!

El otro día vimos Mrs. Doubtfire. Había olvidado por completo casi toda la película, la disfruté mucho. Viéndola pensé que todo lo que merece la pena está en los personajes de Robin. Nos dejó, con sus matices, un maravilloso libro repleto de pequeños aprendizajes.

La pasión por tu trabajo en Good morning, Vietnam. La mirada de niño en Jack. La amistad inquebrantable en El club de los poetas muertos. Las ganas de aventuras en Jumanji. La fragilidad y la ternura en El indomable Will Hunting. El amor por la familia en Mrs. Doubtfire.

Todos tenemos una película de él que se ha quedado para siempre con nosotros.

Cada vez soporto menos el ruido. Me satura. Y sé que en el sur es uno de nuestros males. Hablamos gritando. Para una persona que no soporta la violencia, ese vocerío se acerca mucho. No nos damos cuenta pero vamos subiendo el volumen cada vez más como una batalla donde nadie gana. No tenemos nada que decir pero nos esforzamos por decirlo. Cuando veo que todo el mundo se pone a hablar, me suelo callar.

Últimamente pienso en construir un lugar fuera de todo eso y cómo protegerlo.

Este fin de semana he estado con mis amigos. Siempre he tenido claro que lo único que quiero hacer por obligación es estar cerca. Cerca de ellos, cerca de nuestros planes, nuestros chistes, nuestros problemas, nuestras conversaciones. Es en esa cercanía donde el tiempo se coordina con la atención y nos acompañamos. Dejamos de lado nuestro día a día y desconectamos juntos.

Y no hay nada más reconfortante para un lunes por la mañana que haber pasado unos días con ellos y sentir que pase lo que pase, están cerca. Cada uno con sus problemas, sus trabajos y sus familias pero cerca.

El otro día Á me sorprendió. Se expuso, se abrió de una forma de la que yo no sé si me atrevería. Fue valiente. La valentía que, a mi, me suele frenar. A ella, la activa. Yo suelo ser más calmado, dudar, medir mis pasos. Ella suele pedir perdón.

Solemos decir que somos tan parecidos en algunos temas como diferentes. Creo que es ahí donde radica la clave. Es el juego donde se crean las mejores relaciones, donde cada paso tambalea el tablero pero también lo sostiene. No es buscar el equilibrio, es caer y levantarnos juntos. Y en ese juego ser valiente y calmado da ventaja. O eso creo.

No suelo soñar casi nunca. O al menos no suelo recordar nada por las mañanas. Á dice que eso es muy raro, «¿quién no sueña? ¿no te asusta no soñar?», me pregunta con un asombro peculiar. Le digo que no, que no suelo pensar en eso. Me he acostumbrado a recordar sólo unos pocos de sueños. Mi mente se pone en marcha con los primeros rayos del sol. No mira atrás, no hay nada de lo que ocuparse. Quiere disfrutar lo que se acerca. Now is now.

Hoy he tenido un sueño.
He soñado, por primera vez, contigo.

Siempre he pensado estos días del año como un prólogo que se nos ha regalado para tener tiempo. Parece que uno hasta que no pasan los reyes, no cambia el chip. La suerte de este 2023 ha sido que nos ha sorprendido con dos días más para poner orden en este maravilloso caos, poder disfrutar y planificar todo lo que se avecina. Empieza bien este año. Al menos, desde la quietud y el sosiego de tener tiempo para uno mismo.

Ando escuchando a Summer Salt, leyendo a Akwaeke Emezi y acariciando a Cora.

Han crecido flores donde el dragón murió.
Parece que la historia otra vez se repitió.
No intentes sembrar sin luego pedir perdón.
Por todo lo que brota fuera de tu control.

Kora - Como si nada

Y punto.

No dudes nunca de que aún hay luz. Es la palabra que depende de uno.

He visto «NinjaBaby» de Yngvild Sve Flikke, llevaba mucho tiempo buscando una comedia para esas noches en las que no sabes qué poner pero que simplemente quieres pasar un rato amable. Pues acerté, (pese a su mal doblaje, ¡por dios!) una maravillosa comedia que te deja un buen poso. Hablar de maternidad y las decisiones complicadas de la vida desde un prisma humorístico es siempre un reto. Y aquí se consigue y con buena nota. Película sensible, sencilla, simpática y reflexiva para una noche en la que das vueltas por el catálogo de cualquier plataforma.

Hay dos yo. Dos. Uno que intenta quedarse quieto ante las adversidades, problemas y responsabilidades. Y otro, que lucha cada segundo por actuar, ser dueño de sus días y sus decisiones, sin preocuparse del destino, simplemente actuar y estar vivo. Cada día cuando me levanto, intento que el primero no se apoderé de mí. Estoy atento.

He podido ver Ramona, la ópera prima de Andrea Bagney en @Filmin. Me ha parecido una puesta en escena maravillosa. Lourdes (Russian Red) va de menos a más en su interpretación. Me gusta el cine en el que no parece que ocurra grandes cosas pero que se te queda un tiempo en la cabeza, incluso más del que esperarías pensar. El cine de Jonas, Rodrigo o Wim.

Para un buen amigo.